Acción de gracias 9 de marzo de 2025

En la tradición gallega, la muerte es parte de la vida y la vida se enreda en la muerte. Por eso, por sus frondosos bloques dicen que pasea la Santa Compaña, estas personas que, aun habiendo muerto, pasean por la vida. 

En una de las manifestaciones de este pasado 8 de marzo por el día de la mujer salió la Compaña Feminista. Son un grupo de mujeres que van con una túnica y una máscara blanca, y cada una lleva un cartel con el nombre, la edad y la ciudad de una mujer asesinada en nuestro país. Desfilan en silencio, con su cartel y algunas llevan una vela o un candil encendido, como la Santa Compaña, recordándonos que algunas muertes se enredan con la vida. A su paso, los cánticos reivindicativos se callan y la gente guarda un respetuoso silencio.

Mirándolas, y sabiendo lo que esta compaña representa, se hace difícil no pensar en el sufrimiento de las mujeres a las que quieren que recordemos. Cuando las veo, pienso en sus hijos e hijas, en sus padres, hermanos, amigas, y en el profundo vacío que dejan. Y también oigo la voz de Jesús que me pregunta: ¿Dónde están tus hermanas?  ¿Qué has hecho tú por ellas?

Hoy hemos escuchado cómo el diablo tienta a Jesús, y me pregunto si nuestra tentación hoy en día no será mirar para otro lado, pensar que hoy las mujeres estamos mucho mejor que antes… y sin embargo, las mujeres siguen representando el 70% de los pobres a nivel mundial. Es decir, por cada 3 hombres que viven en pobreza, hay 7 mujeres pobres. 

Como peregrinos de esperanza, conocemos a muchos cristianos que no caen en la tentación, y no miran hacia otro lado, que se ponen en camino.

Hoy queremos dar gracias por todas las personas que trabajan para reducir la desigualdad de las mujeres.

Damos las gracias por todas las misioneras y misioneros que dedican sus vidas a trabajar por reducir de la pobreza a las mujeres en los países pobres y en desarrollo.

Damos las gracias por las monjas que en los países desarrollados trabajan por sacar a las mujeres de las redes de la prostitución.

Damos las gracias por todas las personas comprometidas que se dedican a la educación de los niños y las niñas, y que, con su ejemplo, muestran un mundo al estilo de Jesús, donde se respeta a todos, mujeres y hombres.

Damos las gracias por todos aquellos que en nuestro país ofrecen un trabajo digno a las mujeres migrantes.

Por último, damos las gracias por todas nuestras hermanas y hermanos que no caen en la tentación de mirar hacia otro lado y ayudan a acabar con la desigualdad.

Damos gracias a Dios.

 

Soledad Santos

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